domingo, 16 de octubre de 2011

Por tí... ¿Qué no haría?


Saltaría al vacío mil veces si con ello consiguiera llamar tu atención. Dejaría que los lobos me comiesen para que tú vinieses a salvarme. Gritaría en medio de Gran Vía a todo pulmón solo por el placer de ver como todos se giran y saber que es a ti a quien llamo. Besaría hasta el último sapo para demostrarte que tú eres mi príncipe. Lloraría hasta deshidratarme solo por el placer de verte mirarme. Cantaría por horas enteras tu canción favorita si me la dijeras. Releería todos los cuentos si con ellos aprendiera a ser tu princesa. Hablaría con la luna llena solo para que me contara tus penas. Toleraría que me mintieras si con ello me quisieras. Abrazaría a todos los peluches de una tienda y me sentiría igual de sola. Nadaría mil veces contracorriente para poder alcanzarte. Jugaría todos los días esos partidos que siempre me dices.
Por tí... ¿Qué no haría?

C de confusa



Y me siento tan confusa que ya no sé si es blanco o negro, tanto que las noches se me han convertido en días y los días en horas en las que pensar es lo único que sé hacer. Ya no sé si te quiero o si simplemente es que no quiero olvidarte. Abrazar un recuerdo, no dejar de amarte. Que las dudas me carcomen y ya no ni sé por qué dudo. ¿Te quiero? No ¿Te amo? Tampoco. Pero tampoco eres esa persona que quedaría en el olvido a la mínima de cambio, que me rallo si no me contestas y si lo haces a veces hasta pierdo la cabeza.
Me han dicho que debo de parecer idiota.

sábado, 15 de octubre de 2011

La música y yo


Cierro los ojos, inconscientemente pulso el play y dejo que la música poco a poco inunde mis sentidos, aún no sé que canción es, pero me da igual, sé que es buena. Acaricio el borde del reproductor, subo el volumen, los cascos en mi cabeza, siento su peso y me siento segura, cálida, acompañada. Me gusta tanto sentir el ritmo de cada canción que pierdo la noción del tiempo.
Y las canciones van pasando una a una, y la lista se termina, la primera canción vuelve a sonar y de nuevo es como si no la hubiese escuchado nunca. Una lágrima solitaria camina por mi mejilla, sonrío de medio lado. No estoy triste, es solo que hay letras tan profundas, tan buenas, que hacen que lo tenga que demostrar de alguna forma.
La piel se me pone de punta, de nuevo esa canción que me hace estremecer. Aún no sé por qué, tal vez porque me recuerda demasiado a ti, tal vez porque es tan real que no puedo evitar pensar que eso le pudo pasar a cualquiera. Que nos puede pasar a ti y a mí.
Cuando la música suena todo se calla, y da igual que griten o que aporreen la puerta de mi habitación, porque hasta que no termine la canción no hay nada más en el mundo. Cascos, cable, ipod... tres cosas que hacen que todo un mundo se reduzca a unos centímetros de tecnología y yo.

Los bobos que nos hacen reír


Miré el móvil por decimocuarta vez en el día de hoy, la pantalla seguía igual, negra. Desesperación, frustración, confusión. No sabía que hacer, no sabía si se había vuelto a olvidar de mí otra vez. Mi vista no hace más que girarse a la pantalla y entonces aparece, esa luz con la notificación de Whatsapp. Sí, me ha hablado, y como siempre me sorprende. ¿Dragon Ball? Hace tanto tiempo que no veía aquello que me sorprende que lo nombre y sin embargo no puedo evitar reírme y contestar, pensar en ello. ¿Lo peor? Lo peor es lo mejor, al final me ha convencido y he cedido a volver a ver esa serie que veía cuando aún iba al colegio. La melodía vuelve a sonar y yo la recuerdo como si hubiera sido ayer el último día que la hubiese escuchado, me río, se lo digo y vuelvo mi vista a la pantalla.
Ahora he visto tantos capítulos que creo que te he pillado, he hablado tanto contigo que hasta has conseguido que me quiera comprar el juego de la consola y hasta jugar online. Al final consigues lo de siempre, que haga todo lo que tú me dices y yo ya no sé si pensar que soy idiota, si creer que eres mi amigo o si dejarme llevar por lo que dicen los demás.
Y pienso que vivan esos bobos que me hacen reír todo el tiempo, esos idiotas que no dejan de hacerme pensar que todo puede ser mejor de lo que es ahora. Sí, después de mi dosis diaria de serie pienso: ¡Arriba los bobos que nos hacen reír!

Verano Moral



Giras la cabeza para mirar lo que ha quedado atrás y te quedas con esos días en la playa, solos tú, él y ese sol cegador que hacía pasar las horas más rápido de lo que queríamos. El pelo mojado delante de los ojos y esa sensación de que él no aparta sus ojos de ti en ningún momento. De esos días en los que enterrabas los pies en la playa y tan solo querías que llegase él para desenterrarlos, llevarte hasta la orilla, dejar que te los lavaras y acarrearte en brazos hasta llegar al asfalto sin que una mota de arena se pegue de nuevo a tus pies.
Y sonríes al recordar esos días de verano en los que pensabas que el curso nunca iba a terminar y te quedas pensando en cuanto tiempo queda para que vuelva. Son esos días en los que sin darte cuenta te ves frente al espejo con una sonrisa que casi te llega de una oreja a la otra y todo lo que sabes hacer es asentir, feliz, a cualquier cosa que te digan.
Sí, se supone que es entonces cuando puedes decir que vives en un verano moral